Bienvenidos a la Bahía

miércoles, 29 de febrero de 2012

El Vuelo de los Cóndores

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... esas olvidadas islitas del sur,
en una fría mañana del Onganiato,
se incendiaron al paso de aquellos nacionales.
[Jorge Falcone, Un dardo clavado en el sur]
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Por Roberto Bardini
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Un día de primavera, 45 años atrás, dieciocho muchachos peronistas desviaron un avión de pasajeros en pleno vuelo, aterrizaron en las Islas Malvinas e hicieron flamear banderas argentinas en el lejano territorio usurpado. Fue uno de los primeros secuestros aéreos del siglo XX. La excluyente y selectiva historia oficial argentina -liberal antes, neoliberal hoy, conservadora siempre- continúa ignorando esa pequeña gran gesta patriótica.

martes, 28 de febrero de 2012

Malvinas: de militares cautos y civiles decididos

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Por Roberto Bardini

Una mañana de mayo de 1982, dos argentinos se presentaron en la delegación diplomática de su país en Perú y solicitaron hablar con el embajador, que por esos días era un oficial de la marina de guerra. El representante del autodenominado Proceso de Reorganización Nacional instaurado en marzo de 1976, contralmirante Luis Sánchez Moreno, se sorprendió al escuchar los nombres de los inesperados visitantes a la embajada: Oscar Bidegain y Ricardo Obregón Cano.

Ambos habían sido gobernadores tras las elecciones generales que el 11 de marzo de 1973 ganó la fórmula Cámpora-Solano Lima, del Frente Justicialista de Liberación Nacional (Frejuli). Bidegain, de la provincia de Buenos Aires; Obregón Cano, de la provincia de Córdoba.

Los dos, vinculados a la llamada “tendencia revolucionaria” del peronismo, habían tenido que renunciar a sus cargos en 1974 –Bidegain en enero, Obregón al mes siguiente– a causa del embate de los sectores ortodoxos del movimiento. Los dos, además, habían sido condenados a muerte por la Alianza Anticomunista Argentina (Triple A) y tuvieron que abandonar el país.

El almirante Sánchez Moreno sabía perfectamente que sobre ellos pesaba una orden de captura del régimen militar –que él representaba en Perú– por ser miembros de la Mesa de Conducción del Movimiento Peronista Montonero, junto con Mario Firmenich, Roberto Perdía, Raúl Yager, Fernando Vaca Narvaja, Eduardo Pereyra Rossi y Rodolfo Puiggrós.


miércoles, 15 de febrero de 2012

A Famatina hay que pensarla

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Por Hernán Brienza

Famatina es una de esas palabras que tienen demasiada significación para la historia argentina. Desde el siglo XVII cuando fueron descubiertas las riquezas que escondía en su vientre se ha convertido en un cerro mitológico. Por ejemplo, en su imprescindible libro "Facundo y la montonera", el actual secretario de Derechos Humanos, Eduardo Luis Duhalde, y Rodolfo Ortega Peña demostraron lo cruciales que fueron los enfrentamientos políticos, comerciales y económicos entre el gobierno centralista de Martín Rodríguez y la defensa federal del riojano Facundo Quiroga. En ese texto sus autores sugieren la tesis de que la guerra civil entre unitarios y federales estalló, justamente, por causa del choque de intereses entre un grupo nacional de protoempresarios –liderados por Facundo y Braulio Costa, entre otros– y la casa internacional de Baring Brothers, que sostenía a la Famatina Minning Company. Por aquellos años, la década del ’20 del siglo XIX, Bernardino Rivadavia fue, primero, hombre fuerte del gabinete de Rodríguez y, finalmente, bajo ciertas condiciones irregulares, presidente de la República. Fue el representante no oficial de los negocios británicos en estas tierras –basta recordar que fue quien inició el endeudamiento externo argentino– y abogaba por un progreso liberal apoyado en las inversiones extranjeras como única palanca de desarrollo. La publicidad inglesa aseguraba que en La Rioja llovía oro y se montó alrededor de la posibilidad de la mina un negocio fraudulento inmanejable. Por esa razón, Famatina está en el nudo de la historia argentina, y cuando alguien grita “el Famatina no se toca”, acierta en una consigna que conmueve desde la profundidad del pasado y apela a viejas disputas por la soberanía nacional.

lunes, 13 de febrero de 2012

Los progresistas confunden el patriotismo antiimperialista con el fascismo

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Por Fernando Pablo Cangiano
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- Ex soldado Combatiente de Malvinas -

En Página/12 del 21/01 el periodista Luis Bruschtein (LB) escribe una Editorial que lleva el título de “Patriotismos”, en donde reflexiona en torno al conflicto de Malvinas y su significado. Por tratarse de un intelectual influyente dentro del círculo oficialista podemos suponer que sus opiniones expresan la opinión de un sector del progresismo más o menos cercano al kirchnerismo.

La nota es interesante y merece un análisis exhaustivo pues va directo al tema central que evoca la reivindicación de Malvinas: la relación que existe entre la guerra de 1982 en el Atlántico Sur y la cuestión nacional en un sentido más general, es decir, la defensa integral de las riquezas del país, tanto en el plano material como inmaterial (cultura, valores, etc.).

domingo, 12 de febrero de 2012

El ADN del poder económico

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Por Eduardo Anguita

El ranking de las empresas que más facturan en la Argentina puede resultar un ejercicio de autoflagelación si se pierde la paciencia. También puede permitir comprender algunas de las medidas concretas que el gobierno está tomando en dirección a poner la lupa sobre las ganancias de las grandes compañías en orden a evitar la evasión –elusión de impuestos– así como a frenar el drenaje de divisas hacia sus casas matrices. No se trata sólo de mejorar la performance de la balanza comercial argentina sino de optimizar los recursos que el Estado tiene tanto a la hora de ejercer la recaudación tributaria como de evitar la fuga de divisas. También, y parece ser una de las claves de este año que comienza, para recuperar la gestión pública en la economía. Lo de la autoflagelación viene a cuento de que, entre las diez empresas que más facturan, tres fueron completamente del Estado y ahora son mayoritariamente de capitales extranjeros. Se trata de YPF, Telefónica y Telecom. Los datos están tomados de la revista Mercado y corresponden a 2010. Otra empresa de ese selecto ranking, Techint, es de origen privado, pero está en el tope de la facturación merced a haberse quedado con Somisa, que ahora es Siderar y es la empresa que mayor facturación aporta al grupo presidido por Paolo Rocca. En el caso de YPF y de Telecom, la participación argentina privada proviene de empresarios del mundo de las finanzas (Grupo Eskenazi y Grupo Werthein respectivamente). Y es muy interesante ver que en el top ten de facturación está el Banco Nación, que resistió el pillaje de las privatizaciones y desde 2003 va orientando su cartera no sólo a productores rurales sino a pymes. Es decir, con una orientación en la dirección contraria a la concentración económica propia de la casi totalidad de las grandes corporaciones. Si se amplía la nómina a las 12 empresas que más facturan, tres se dedican a la comercialización de oleaginosas y granos: Cargill, Bunge y Louis Dreyfus; las dos primeras tienen sus sedes en Estados Unidos y la tercera en Francia. Hay otra petrolera –la brasileña Petrobrás–, una de automóviles –la alemana Volkswagen– y dos de venta minorista –la francesa Carrefour y el grupo chileno Paulmann–. En vez de la autoflagelación es mejor un poco de análisis.

–Primero: fuerte presencia de empresas petroleras y del grupo Techint que tiene negocios propios en gas y petróleo pero además es el proveedor excluyente de caños para el sector energético. Un sector energético que con el aumento de la demanda del sector generó un agujero en la balanza comercial de 2011.

–Segundo: peso decisivo de las comercializadoras de granos multinacionales en un país como la Argentina que apuesta al plan estratégico agroalimentario como parte de su soberanía económica.

–Tercero: gran peso de las dos telefónicas que se quedaron con Entel con un modelo de duopolio pergeñado por el menemismo hace más de 20 años.

–Cuarto: concentración en manos extranjeras de la venta minorista en un país donde la cadena de comercialización deja altos márgenes de ganancia y es generadora de aumentos en el costo de vida.


El 2 de Abril de 1982, heroíca locura

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Orgullo. Los piratas rindiéndose el 2 de Abril. Ese día hicimos recorrer por el mundo la imagen de una potencia colonialista y prepotente rindiéndose. Unimos a Iberoamérica tras la justa causa de la recuperación de las Malvinas. Y el pabellón nacional flameó en nuestras islas. La "aventura militar inoportuna" fue la de los ingleses que apenas restaurada nuestra soberanía, mandaron sus barcos piratas a enfrentar el valiente asedio de los argentinos que, reconocido por ellos mismos, daño seria y gravemente su flota. Nosotros solo nos defendimos. No "invadimos" las islas. Las islas son nuestras, lo que hicimos fue recuperarlas. La invasión la perpetraron, una vez más, ellos. Como lo hicieron varias veces, y lo seguirán intentando. Nuestra causa es justa, y por ser justa, fue, es y será justa siempre. Como dijo el Padre de la Patria, los argentinos no somos empanadas que se comen de un solo bocado. Para continuar con nuestra campaña malvinizadora, enfrentando al derrotismo, presentamos otro artículo al respecto.
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Por José María Rosa

El 2 de abril se abre – ¿o se reabre? – un nuevo capitulo en la historia. La recuperación de las Malvinas ha tocado hondo en la fibra patriótica del pueblo.

Nos despertamos con el orgullo de sentirnos una nacionalidad que campea por su respeto. Y eso ha venido – desconcertadamente – tras un período en el que no brillaba precisamente el patriotismo y nuestra Argentina se repartía a pedazos entre los poderosos. Cuando esperábamos de un momento a otro la anunciada privatización del subsuelo, los militares nos salen con esta página de gloria y responsabilidad.

De “heroica locura” la calificamos en nuestra nota del pasado abril. No queremos saber qué propósitos la dictaron. Si fue por un irresistible impulso patriótico, o medió la consideración de que EE.UU. nos acompañaría en la patriada. Si fue esto último – lo que no creemos – debemos convenir que nuestros jefes no están al tanto de la historia contemporánea, como desconocen la historia pasada.

Los EE.UU. no solamente son los más firmes aliados del Reino Unido, sino que nunca, nunca, aceptaron, pese a la doctrina Monroe, la argentinidad de los archipiélagos.

El 28 de diciembre de 1831 – un año antes de la agresión británica que nos quitó las Malvinas – entró al puerto Soledad un navío disfrazado de mercante francés; pero en realidad era un crucero de guerra norteamericano que venia a “DARLE UNA LECCIÓN” AL GOBERNADOR ARGENTINO Luis Vernet. Se llamaba “El Lexington” y lo capitaneaba el comandante Silas Duncan.

Apenas desembarcó sus marines, sin que los cañones de la fortaleza pudieran impedirlo, los norteamericanos se apoderaron de esta defensa; validos de la sorpresa, clavaron los cañones, apresaron a los defensores, robaron los cueros de vacuno y lobos marinos que había en las barracas, y acabaron por embarcar en su navío a las familias pobladoras. Entendía el comandante Duncan que los argentinos no tenían derecho a impedirles la cacería que efectuaban los norteamericanos en las islas, que eran "tierra de nadie” a juicio del capitán. El gobierno argentino protestó y exigió indemnización. Protesta tanto más fundada por cuanto al año del atropello, y aprovechando el desguarneclmlento en que quedaron las islas, el capitán inglés Onslow, al mando de su corbeta de guerra "Clio”, y cumpliendo instrucciones de su gobierno, se apoderó de las islas.

Sabemos de la historia de la protesta argentina ante los británicos. Veamos lo que ocurrió con los norteamericanos. Rosas – gobernador en 1835 – dio instrucciones al ministro argentino en Wáshington, que era el general Alvear, para que reclamara por la conducta del capitán Duncan y obtuviera la indemnización correspondiente. Pero el secretario de estado, Daniel Webster, respondió que "suspendía" el pedido argentino “hasta tanto se arreglara la controversia pendiente entre el gobierno argentino y la Gran Bretaña acerca de la jurisdicción de las islas". Lo que motivó que las relaciones argentino-norteamericanas quedaran interrumpidas.

Estados Unidos quería eludir la pertenencia argentina de las islas para ahorrarse indemnizar la conducta del capitán Duncan. No fue la única oportunidad. En julio de 1885 el ministro argentino en Wáshington, Luis L. Domínguez, propuso someter a árbitros el monto de la indemnización. El presidente norteamericano prefirió contestar de una manera indirecta; lo hizo en su mensaje anual al Congreso, calificando de "piratical colony” el establecimiento argentino. A este propósito, respondió Vicente G. Quesada, con un enjundioso alegato jurídico e histórico (excelente como todos los suyos), demostrando la argentinidad de las islas, y que el desmantelamiento hecho por el marino norteamericano en diciembre de 1831 fue la causa eficiente para que el reino unido se apoderase de las islas en enero de 1833. Este alegato de Quesada, que lleva fecha 9 de diciembre de 1885, fue desechado por el Secretario de Estado Norteamericano - Thomas F. Bayard, el 18 de marzo de 1886, porque "la República Argentina encuentra sus derechos controvertidos por la Gran Bretaña y hasta que no se resuelva este pleito no puede reclamar indemnización por presuntos desmanes cometidos en lo que no es su territorio".

Suponemos que nuestra cancillería ignora estos documentos – no obstante encontrarse en su archivo de Relaciones Exteriores –, dado que aceptó la tercería del Secretario de Estado Haig para dirimir el pleito. No haremos el cargo de ignorar la historia del siglo XIX a quienes evidentemente no parecen que supieran las relaciones actuales entre los EE.UU. y Gran Bretaña.

Debemos hacer muchas cosas después del 2 de abril: Entre ellas, estudiar nuestra auténtica historia, que se ignora plácidamente a tenor de los discursos oficiales.

Pero tenemos la certeza de que las cosas cambiarán. La recuperación de las Malvinas no se va a detener en la devolución de los archipiélagos, debe devolverse la Argentina, la Argentina íntegra, con sus ideales, sus industrias, su pueblo y su historia. No es tiempo de “procesos” ni “reorganizaciones”, sino de encontrar la Patria. La Patria auténtica. Un pueblo decidido a triunfar puede vencer a un enemigo militarmente más poderoso. Lo vencerá a la corta o a la larga. Es una lucha de liberación y la historia contemporánea enseña que suelen durar años.

Triunfaremos, sin duda, triunfaremos, porque en la lucha de los pueblos contra los imperialismos triunfan los pueblos. Pero lo más importante es recuperar el sentido heroico de la vida argentina. Por eso, aun en el caso de que las cosas no nos fueran militarmente favorables, si se mantiene firme el espíritu patriótico, la derrota es honrosa cuando se cae con gallardía, sin abdicar ninguno de los ideales. Perder las Malvinas por las armas sólo significaría que posponemos su recuperación. Hay mucha sangre vertida para abandonar el propósito de lograrla.

Importa, sí, ¡y mucho!, que perdamos las Malvinas en la mesa de negociaciones La perderíamos entonces para siempre. Y perderíamos algo más: la fibra patriótica que evidentemente tiene nuestro pueblo. Cundiría el desaliento, y nos seria difícil recobrarlo. Cuidado con las negociaciones diplomáticas, señores del Proceso. No les tenemos fe para hacer diplomacia, como no les tenemos fe para hacer política. Los militares han nacido para héroes. No empañen el titulo glorioso ganado el 2 de abril, con la pifiada que van a presentarles, llena de palabras equívocas y aviesos propósitos.

Que flamee en los archipiélagos la bandera argentina. Pero sola, sin compañía. Que no hay soberanía compartida. Todo el pueblo argentino, toda América Latina, tiene la esperanza de que el 2 de abril se haya abierto un nuevo capitulo de la historia de América. No los defraudemos.

sábado, 11 de febrero de 2012

La pesada herencia… cultural

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El autor del siguiente artículo es el compañero sanjuanino de la Corriente Causa Popular, profesor universitario y escritor, Elio Noé Salcedo. Aquí sale a discutir con el periodista Luis Bruschtein de Página 12 y su artículo Patriotismos, publicado el 21 de enero del corriente año, donde erróneamente pretende condenar la recuperación de Malvinas, en 1982, por la naturaleza no democrática del gobierno que la llevó a cabo. Desde la tradición de la Izquierda Nacional y en la línea de los artículos que aquí estamos publicando, Salcedo explica el peso que la tradición cultural demoliberal ha impuesto en el debate público argentino.(La nota y la introducción al artículo fueron extraídas del blog de Julio Fernández Baraibar)
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Por Elio Noé Salcedo

Caer en la trampa (consciente o inconsciente) del dilema “democracia o dictadura” para quitarle importancia y valor histórico al acto de recuperación de nuestras Islas Malvinas el 2 de abril de 1982 comporta una tipo de colonialismo de izquierda afín al pensamiento conservador de derecha.
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jueves, 9 de febrero de 2012

Abelardo Ramos y el Informe Rattenbach

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"El Informe Rattenbach: Vendido a Mayor Precio que su Valor Verdadero"

 - Artículo del 23 de noviembre de 1983 -
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La comisión Rattenbach pide la pena de muerte para los tres oficiales que decidieron la ocupación de las Malvinas. El pedido pinta de cuerpo entero a Rattenbach y colegas. Y pensar que pasaron largos años de sus carreras cantando el Himno ante todos los mástiles de la República para pedir calma, finalmente, cuando llegó la hora de marchar y morir. Ahora dicen que se trata de una "aventura militar inoportuna". ¡Y la Nación ha gastado montañas de buenos sueldos para empollar generales herbívoros, que tiemblan ante Occidente y sólo piden muerte o prisión perpetua para sus camaradas!. Sin embargo, detrás de las penas que piden para Galtieri está el propósito de enterrar para siempre la memoria colectiva el hecho prodigioso e imborrable de que luchamos en desigualdad de condiciones con los dos imperios más poderosos y pérfidos de la tierra.

Triste misión la de Rattenbach. Con los chismes de Casino, y acopio de errores técnicos, improvisación, cobardía, -en suma, gajes de toda guerra-, quieren sepultar, con la benevolencia de la "opinión mundial", a los jóvenes héroes que enrojecieron con su sangre el mar austral y eclipsar el giro espectacular de la perdida conciencia nacional de toda la América Latina, puesta de pie cuando tronaron los cañones de la Argentina. Esa es la victoria política que obtuvimos sobre Gran Bretaña y es justamente esa victoria la que desean nublar estos tristes redactores del informe Rattenbach. No me extraña en absoluto. ¿No es el mismo Brigadier Rey que firmó el decreto como integrante de la dictadura de Lanusse, otorgando a la Reina de Gran Bretaña el laudo para resolver el problema del Beagle? Ahora pretende condenar a muerte a los que guerrearon contra Inglaterra. "Vaya usted a hacer Patria con esa gente", dijo Bolívar, refiriéndose en su tiempo a sujetos semejantes.

El imperialismo mundial, simulador incesante de las "formas democráticas", quiere poner la mano sobre nuestro uranio enriquecido, que nos sitúa como el único país del Tercer Mundo que se encuentra en el umbral de la revolución científica y tecnológica de nuestra época, si sabemos avanzar más allá; y quiere apoderarse de nuestras empresas estatales para cobrarse la deuda externa.

El informe de Rattenbach se incluye, lo sepan o no deplorables autores, en esa campaña mundial para inferiorizar a los argentinos. Pero no van a prevalecer, me atrevo a asegurarlo.

miércoles, 1 de febrero de 2012

Malvinas: las quince intimidaciones que revelan el plan de Gran Bretaña

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Con ustedes el príncipe de la pérfida monarquía británica. Hoy, en camino a nuestras Islas Malvinas, para seguir su entrenamiento militar. A continuación reproducimos una nota de Federico Bernal, que enumera las recientes provocaciones del imperialismo inglés. No podemos dejar de estar alertas. La vía diplomática y la presión económica, es el camino a seguir, pero si hay algo para tener en claro es que ningún poder se suicida; y que sobretodo esta clase de poderes, son capaces de emprender guerras bajo cualquier pretexto cuando se trata de restaurar sus privilegios. El imperialismo se burla de cualquier reclamo formal. Es preciso reconstruir nuestras fuerzas armadas, e integrar todos los aspectos estratégicos que hacen a la defensa nacional.
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