Bienvenidos a la Bahía

miércoles, 17 de junio de 2020

La feminista ideal

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Por Francisco M. Álvarez
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La mujer ideal de las feministas es aquella “fuerte, independiente y empoderada”. Que desde que ha nacido sabe lo que quiere, ¡mandar!, y ningún hombre, ningún pueblo de machistas le impedirá cumplir sus sueños.
Es una mujer que no se destaca por la belleza, ni le importa, porque ese es un rasgo heteropatriarcal. Y ella está para satisfacer sus propios deseos y no los de la sociedad tradicional.
La mujer ideal no busca un príncipe azul, para nada, es más ella obedecerá primero que a nadie, y con mucho gusto, a una Reina, a otra mujer de cabeza coronada –para demostrar que “las mujeres también pueden dirigir un país”.
Y por supuesto, el gobierno de la mujer ideal no puede ser tachado de débil o cobarde por los malvados machistas que tratan de menospreciarla. ¡Jamás!
Porque la mujer ideal es lo contrario al estereotipo de la damisela clásica, frágil y conciliadora: ella ha venido a mandar, ella ha venido a imponerse, ella es la fuerza de todas las mujeres del pasado (eso nos dicen). Y si algún engreído grupo de hombres –pongamos por ejemplo, una rebelión de brutos mineros, de caras negras por el carbón– intentara colocarle piedras en el camino, ella los correría del medio a palos si fuera necesario.
Y agreguemos más; a la mujer ideal, que sueña desde niña gobernar y que cumple su deseo (como sabemos que toda feminista siempre cumple), cuando esté en su puesto de mando, no le temblará el pulso contra el mundo plagado de machos.
Y si alguien en algún extremo del globo, allá en el finis mundus, osara plantarle bandera, mirarla mal y pelarla, ¡sólo porque es mujer!, por supuesto, pues nuestra dama, nuestra gran mujer, les iría a mostrar el acero del que está templado el corazón de una verdadera feminista moderna.
Y más aún si aquellos locos se creyeran un pueblo de guerreros, y más aún si aquellos energúmenos no hablasen siquiera el idioma civilizado del orbe –y ni conocieran siquiera el “lenguaje inclusivo”.
A esos locos que le presentasen batalla a la mujer ideal, sólo les corresponderá la derrota y el castigo. El escarmiento a manos de la majestuosa nación dirigida por una mujer ideal, que siempre soñó con mandar, en un Estado dirigido por mujeres (donde cada bastón de mariscal lleva el signo de Venus).
Y la mujer ideal, me dirán ustedes, ¡Pues no existe!
Y yo les diré, ¡que sí, malditos machistas!
Y esa mujer ideal existió y venció a un pueblo retrógrado de “fascistas”, que aún adoraban su bandera, anhelaban recuperar su tierra patria, que hacían actos heroicos sólo propios de machos y ni siquiera compartían los ritos progresistas y avanzados de las potencias del norte.
Esa mujer ideal feminista, fuerte, independiente, “empoderada”. ¡Sí que existió!
Existió y se llamaba Margarita, señores (¡violadores y machistas!).
Se llamaba Margarita, como la flor; un nombre delicado, dirán ustedes.
Pero las feministas les contestaremos: sus padres le pusieron el patriarcal nombre de una florecilla, pero ella se forjó su propio nombre, y ese nombre con el que fue conocida esLa Dama de Hierro”.
Margaret Thatcher, la mujer ideal del feminismo moderno.

Cabalgar el puerco


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por Aleksandr Dugin

Evola no pertenece a la derecha económica. La suya es una revuelta absoluta contra el mundo moderno que lo circunda. Revuelta incompatible con el conservadurismo de derecha, el gran capital, la burguesía y la xenofobia: todas posiciones que se encierran en el conformismo pequeño-burgués.

Evola invita a emprender una lucha absoluta: quien no acepta tal invitación se posiciona de hecho en defensa del mundo moderno. Por eso he querido acentuar el hecho de que el pensamiento de Evola es revolucionario, pues conduce a una revuelta provista, en cierto sentido, de un “alma de izquierda”, en tanto implica la destrucción de todos los principios del status quo. Es posible hablar, por tanto, de un “anarquismo de derecha” en su obra.

Es precisamente cuando se omite la transmisión regular de las formas de lo sagrado que aparece lo que llamo el Cerdo Radical. Toda esta idea, deducida de Cabalgar el Puerco, no implica obviamente la restauración de lo que fue, sino el descubrimiento de aspectos de lo que en el pasado siquiera había existido. Por lo tanto, no se trata de un simple conservadurismo. Para nada. No queremos restaurar algo, sino regresar a lo Eterno que es siempre fresco, siempre nuevo: por lo tanto, este retorno es un proceder hacia adelante, no un retroceso.

martes, 16 de junio de 2020

¿Democracia o porcinidad futa?

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Por Aleksandr Dugin

«La democracia hoy no puede ser discutida objetivamente. No es un concepto neutral: detrás de la "democracia", entendida como un régimen político y un sistema de valores correspondiente, se encuentra Occidente, Europa y Estados Unidos. Para ellos, la "democracia" representa una forma de culto secular o un instrumento de dogmática política, a través del cual, para ser plenamente aceptado en la sociedad occidental, es necesario estar "por" la democracia como principio.

Por lo tanto, debe recordarse que la democracia no es un concepto evidente. Puede ser aceptado o rechazado, instituido o demolido. Ha habido sociedades espléndidas sin democracia y sociedades detestables con democracia, pero también a pasado todo lo contrario. La democracia es un proyecto humano, una construcción, un programa, no un destino. Se puede descartar o aceptar. Elevándola al rango de dogma y negando sus alternativas provocamos el cierre de la posibilidad misma de un debate filosófico libre»