Bienvenidos a la Bahía

jueves, 19 de junio de 2014

Paul Singer, el rostro de la usura internacional

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Por Augusto Bleda
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Ante ustedes el fundador del fondo buitre Elliott Management, quien ha puesto en jaque, de la mano del juez Griesa y la corte suprema de los Estados Unidos de América, la re-negociación de la deuda argentina. Ya hizo lo propio en su momento con Perú y el Congo. Su método consiste en comprar bonos de deuda de países sin capacidad de pago o en default, a precios irrisorios, para luego exigir intereses punitorios altísimos. Así ha amasado una fortuna de miles de millones de dólares. 

Actualmente Argentina ha renegociado su deuda externa con el 92% de los bonistas, mientras que un 8%, entre ellos Singer, continua reclamando el pago al contado. El juez T. Griesa ha ordenado el pago a Singer, y la corte suprema yanqui ha convalidado su exigencia: por lo tanto se le está imponiendo a la Argentina caer en default. Pues si pagara a Elliot Management, el gobierno argentino debiera pagar también al resto de los buitres (los otros formantes del 8%), y podrían también reclamar su pago los bonistas que ingresaron a los canje de deuda (el restante 92%), lo cual vaciaría de inmediato las reservas del Banco Central... dejando el país al borde de la quiebra y siendo presa fácil de los ataques especulativos con que sueñan Singer et alia

Pero de hecho, el gobierno argentino ha venido cumpliendo de sobremanera en el frente externo con el capital internacional: la compensación a Repsol por la expropiación de YPF y el arreglo de pago de la deuda con el Club de París, así como los pagos que religiosamente ha hecho de los bonos de deuda renegociados, dan sobradas muestras de nuestra condición de "pagadores seriales" (CFK, sic) y de nuestra voluntad de entrar en el juego del "capitalismo serio" (CFK, sic). Tenemos voluntad y capacidad de pago, ¿qué sentido tiene forzarnos a caer en default?, un sentido teológico-político, diría Carl Schmit. Para entender esto, veamos de quién se trata.

¿Quién es Paul Singer?

Dejemos primero que se presente él mismo. Ante todo, es exitoso hombre de negocios. Destacado aparece lo siguiente: "Lanzado en 1977 con un millón de dólares de capital, el fondo de Elliot Management ha crecido hasta aproximadamente $23 billones al día de hoy".

Pero también es un filántropo. Si, escucharon bien. La fundación que lleva su nombre nos dice lo siguiente: "En sus actividades filantrópicas, el señor Paul Singer ha jugado un rol de liderazgo en el apoyo a la investigación y a académicos en las áreas de economía de libre-mercado, imperio de la ley, innovación en los sistemas de salud, seguridad nacional de los Estados Unidos de América, y el futuro de Israel. El sr. Singer también es activo en el apoyo a los esfuerzos por la igualdad de LGBT" [la traducción y el destacado es nuestro].

Este es el rostro de la oligarquía global: transnacional, pero unida al destino político de Estados Unidos e Israel. Depredadora, no sólo del tercer mundo, sino de cualquier otro país que no sea alguno de los mencionados. Judío de nacimiento, es un partidario de los republicanos, principal financista de las campañas de George Bush y Mitt Romney. Pero es también un promotor del progresismo moral. Entre las noticias de prensa que exhiben los aportes de su fundación se destacan las campañas a favor del matrimonio homosexual (no puede dejar de enlazarse esta, donde se ve que es una conducta común a la élite oligárquica y no una excepción) y las destinadas a brindar reparo económico a los soldados estadounidenses lesionados en Irak y Afganistán.

La oligarquía es democrático-imperialista en política ("llevar la democracia a Irak"), liberal en materia económica, progresista en materia moral. Pero fundamentalmente es el pueblo de Yahvé: aprendió de su cruel trato con Abraham a ejercer la crueldad con quienes cumplen sus reglas. Argentina ha venido cumpliendo tanto con los dictados de los centros de poder financieros, como con el progresismo moral que promueven sus fundaciones filantrópicas. Pero ha creído falsamente que ello le daría algún tipo de autoridad para reclamar un trato entre iguales. El "capitalismo serio" (CFK), o en otros términos, el "imperio de la ley" (Singer) sólo es la carnada para que los súbditos como nosotros cumplan incondicionalmente con sus amos. No hay recompensa, sino castigo ejemplar para los que cumplen: "por este camino sólo avanza el pueblo de Dios", eso significa el fallo de Griesa, políticamente hablando, fundado en hondas implicancias fundamentalistas, teológicas y racistas. El sistema se funda sobre la excepción a la ley: Yahvé. Quienes en la tierra tienen una Alianza con él, se hacen ellos mismos excepción como pueblo, y se ponen por sobre toda ley, y sobre toda moral, para desde ese lugar expoliar, someter y exterminar al resto. Ellos son los buitres, la extrema derecha sionista. Económicamente, el fallo significa que la deuda no puede pagarse, es decir, que la usura ha de ser necesariamente eterna, y que ha de someter a condiciones infrahumanas a toda población nacional (léase, gentila expensas de pagos cada vez más abultados. Culturalmente significa que el progresismo juega para el enemigo, para lo cual ya hemos mencionado alguna vez el apoyo de George Soros y Rockefeller a la legalización de la marihuana. Sólo conociendo al enemigo, y su estrategia, podrá empezar a combatírselo.

Fuentes:
http://elfrentenegro.blogspot.com.ar/2013/09/rockefeller-y-soros-los-principales.html

Addenda: 

23/07/2014: Paul Singer, propietario del fondo buitre NML Elliott aportó más de 5 millones de dólares a dos organizaciones encargadas de hacer lobby en contra de que se alcance un acuerdo de paz entre Irán y las potencias de OccidenteFuente: Télam

lunes, 16 de junio de 2014

¿Qué piensa la oligarquía?

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Por Jaume Farrerons
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La idea de una "extrema derecha que gobierna el mundo" representa en sí misma una paradoja. Como ya señalábamos en entradas anteriores, "ultraderecha" es un término despectivo que alude a un sector político marginal, minoritario y mundialmente despreciado. Sin embargo, sostenemos, la extrema derecha gobierna el mundo. ¿Cómo es esto posible? Pues porque existe una extrema derecha, a saber, la extrema derecha sionista, que no se reconoce ni es reconocida como tal. Esta extrema derecha constituye, además, la fuente de la estigmatización de todos los nacionalismos gentiles y, al mismo tiempo, ha producido el imaginario en virtud del cual permanece inmune a su propio veneno. Pero la extrema derecha manda  en el hemisferio occidental: EEUU, la City de Londres e Israel.

Cada vez que un "progresista" utiliza la palabra "fascismo" como sinónimo del "mal radical", convalida y fortalece el código simbólico oligárquico, pues es ese mismo uso lingüístico el que ampara, por decirlo así, a los ultras judíos.

De lo expuesto se desprenden al menos tres postulados:

1/ para reivindicar posiciones políticas nacionalistas hay que situarse a la izquierda o uno será inmediatamente acusado de "ultra";

2/ para defender posiciones socialistas o, en general, de defensa de los trabajadores, hay que adoptar previamente posiciones nacionalistas, toda vez que el lenguaje y la praxis de la oligarquía son universalistas, cosmopolitas y globalizadores respecto de los pueblos "gentiles";

3/ para defender posiciones políticas radicalmente contrarias a la oligarquía en general hay que renunciar al código simbólico antifascista que, de forma automática, santifica por defecto el nacionalismo sionista de extrema derecha.

Judíos en el movimiento fascista originario:
un "escándalo" sin explicación en los términos
del "antifascismo" actual de rigor.
Sin embargo, en lugar de estas medidas preventivas de puro sentido común, aquéllo que encontramos en el mundo de la política es lo siguiente: 1/ los nacionalistas radicales de cada país, excepto en el caso de las naciones o pueblos sin Estado, se identifican con la derecha y aceptan, incluso de buen grado, el calificativo de "ultraderechistas", colocándose así en las antípodas de las masas populares trabajadoras a las que debería ir destinado su mensaje; 2/ los izquierdistas radicales en todo el mundo se identifican con el cosmopolitismo, la universalización y una fórmula especial de la globalización o mundialización que legitime su postura favorable a los flujos migratorios promovidos también por el capitalismo, rechazando así,  en conclusión, toda forma de nacionalismo; 3/ estos mismos izquierdistas radicales asumen de buena gana el lenguaje antifascista y consideran que le hacen mucho daño a la oligarquía cuando la acusan de "fascista", a pesar de que, con dichos usos linguísticos, legitiman el imaginario ideológico (sionista) del Holocausto.

Todos estos errores impiden organizar una auténtica resistencia política e intelectual contra la oligarquía. De ello son responsables tanto los ultraderechistas cristianos como la extrema izquierda comunista, los cuales representan voluntariamente, en definitiva, el papel que el nacionalismo radical judío, es decir, la extrema derecha sionista que gobierna el mundo, les ha asignado en provecho propio.

El trabajo de toda filosofía crítica debe consistir en combatir los mitos, dogmas y códigos simbólicos que, asumidos inconsciente y acríticamente por los ciudadanos, sustentan de hecho la ideología oligárquica.  A tal efecto, conviene saber qué piensan realmente los oligarcas, sólo de esta manera podremos comprender sus pautas de conducta y combatirlas de manera eficaz. Las estrategias y tácticas de resistencia han fracasado una y otra vez a lo largo de la historia. Si el enemigo oligárquico vence siempre, si los ultraderechistas comprueban que sus naciones son cada vez más dependientes del poder mundial, mientras la izquierda radical contempla el progresivo empobrecimiento de los trabajadores en todo el mundo, algo estarán haciendo mal unos y otros. Algún error deben de cometer. Para empezar, cuando aceptan sin reflexionar la falsa idea de polaridad que opone ultraderecha y extrema izquierda. Dicha polaridad existe, pero no es realmente la que piensan los interesados porque está mediada por otro concepto, a saber: judíos/gentiles, mucho más fundamental. Para romper con aquélla en su forma manipulada baste recordar que el fascismo fue, en sus orígenes, de izquierdas, un hecho que subleva tanto a ultraderechistas como a izquierdistas radicales a pesar de ser la pura verdad.

Los tres niveles de análisis crítico

"Estrategia de la tensión":
Red Gladio: la triple A europea
La ideología oligárquica muestra tres niveles de análisis: 1/ el nivel económico, ahí donde aparecen todas las cuestiones relativas al neoliberalismo, al capitalismo, los recortes sociales, las privatizaciones, las deslocalizaciones y otras prácticas harto conocidas. En este nivel los ultraderechistas poco tienen que criticar, eso cuando no se declaran abiertamente liberales y filocapitalistas. De la misma manera que se declaran cristianos, con lo que, pese a su presunto nacionalismo, están asumiendo todas las formas, históricas o contemporáneas, del cosmopolistismo apátrida. En la crítica del neoliberalismo se muestran más decididas las izquierdas radicales, pero siempre omitiendo el fenómeno de la inmigración a pesar de que éste representa una grave agresión capitalista al valor del trabajo. La combinación de ambas incongruencias posibilita el triunfo del capital, pues las sinergias de las fuerzas políticas de presunta resistencia en realidad confluyen en la misma dirección que las de las fuerzas políticas sistémicas, es decir, aquéllas que, de forma más o menos declarada, promueven la mundialización neoliberal.

El segundo nivel de análisis es aquél en que, además de la crítica del neoliberalismo, el crítico descubre la presencia del fenómeno ultraderechista judío moviendo los hilos de la globalización y vulnerando, en provecho propio, todas las normas que impone al resto de los países (practicando el supremacismo racial, el imperialismo, el colonialismo, etc...). Son pocos los analistas de izquierdas que alcanzan el segundo nivel, pues temen ser acusados de antisemitas. Además, la izquierda radical está repleta de nacionalistas judíos encubiertos que se dedican, precisamente, a reducir todas las cuestiones políticas a cuestiones económicas, borrando las huellas del ultraderechismo judío en las decisiones adoptadas por la oligarquía. No obstante, autores como James Petras, entre otros, son modélicos en lo que concierne a denunciar las motivaciones racistas (sionistas) de la política internacional estadounidense promovida por el lobby israelí en Washington. Empero, con el fin de evitar ciertas acusaciones de la parte oligárquica, los mencionados críticos acostumbran a sobrerrepresentar su antifascismo y, con ello, a remachar con su prestigio y legitimidad de "verdaderos críticos" sinceros (no "vendidos") la validez del imaginario oligárquico antifascista. Así, son, a la postre, los que más daño hacen a la causa de la resistencia y la crítica. En cuanto a la extrema derecha, es incapaz de desarrollar una crítica del ultraderechismo judío en este nivel por dos razones: las extremas derechas gentiles comparten todos los tópicos de su adversario, máxime cuando, en la mayor parte de los casos, estamos hablando de ultraderechas cristianas y de antisemitismos cristianos acuñados en el molde bíblico; dicho brevemente: en última instancia, en la matriz cultural judía.

El tercer nivel de análisis es, por tanto, religioso. La oligarquía sionista obedece a una serie de creencias apocalípticas y mesiánicas irracionales. Cuando no lo hace, su nihilismo es absoluto. Y las diferencias internas serias que oponen a los oligarcas hay que colocarlas en dicho plano interpretativo. No podemos entender nada de lo que sucede en el mundo sin abordar este decisivo factor motivacional. Tanto el neoliberalismo cuanto el nacionalismo judío radical conducen a YHWH,  es decir, a cuestiones como la resurrección de la carne, la inmortalidad, el reino de dios, el fin del mundo, etcétera... La pregunta por la verdad y la racionalidad resulta insoslayable. Pensar que se puede hacer "política de resistencia contra la oligarquía" manteniendo una postura de neutralidad en estas materias es simplemente absurdo. Y, sin embargo, ésta es la situación en el mejor de los casos. Los ultraderechistas gentiles decláranse cristianos y están incapacitados a radice para demoler los fundamentos ideológicos del sistema oligárquico: ellos mismos los  sostienen con una estupidez absolutamente sorprendente. "Una" extrema derecha no puede "criticar" realmente a "otra" extrema derecha, y quienes manipulan la historia son ultraderechistas. No existe, ni puede existir, en definitiva, genuina crítica ultraderechista a la oligarquía. Por su parte, la izquierda radical es heredera, a menudo inconsciente, de la secularización  histórica de los valores cristianos, de tal suerte que cuando uno aborda la crítica del judeocristianismo tiene que topar, tarde o temprano, con dogmas puros que los intelectuales "progresistas" se niegan siquiera a "pensar", pues sólo hacerlo les produce auténticos mareos. Son tales dogmas los que mantienen a la izquierda occidental encadenada al capitalismo y operando como legitimador ideológico "humanitario" de las políticas de flujos migratorios, es decir, el blanqueo filosófico de la trata de esclavos perpetrada por los capitalistas con fines de negocio, mestizaje y "multiculturalismo para gentiles". Y ésta sólo entre otras muchas cuestiones que los izquierdistas marxistoides consideran irrenunciables: relativismo, individualismo, hedonismo...

El tercer nivel de análisis es el más importante, pues sólo una vez mínimamente aclarado este aspecto básico de la cuestión puede pasarse a los otros dos sin perderse en el laberinto de datos que presentan. Pero nadie entiende esto. Nadie ha sido capaz, hasta ahora, de comprender que el tema del "fascismo" remite al tercer nivel y no puede resolverse como una cuestión política, sino filosófica, es decir, en tanto que respuesta a preguntas fundamentales de la existencia humana que impulsan a los oligarcas en su proyecto de dominación planetaria. En efecto, éstos son hombres igual que nosotros: todo aquéllo que hacen  o dejan de hacer responde a unos motivos tan hondos como los de cualquier hijo de vecino. No buscan sólo el dinero. No buscan sólo el poder. Con la "riqueza" y el "poder" están resolviendo otros problemas "antropológicos" de primera magnitud. Si no somos capaces de "analizarlos" en ese estrato de sentido, seguiremos jugando a un juego donde habremos sido derrotados de antemano. Nuestra derrota será, empero, la de todos los pueblos del mundo, la derrota de la civilización, la derrota de cualquier noción de socialismo y justicia social..., pero sólo porque, en primer lugar, se habrá consumado en Europa, patria de la filosofía, la derrota de la verdad.

La Marca Hispànica