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Presentamos íntegra una de las fuentes más importantes para el estudio de Heráclito, la Vida de Diógenes Laercio (s. III d.c.), quien a partir de citas textuales construye anécdotas que retratan de modo vivaz la personalidad del efesio.
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Por Diógenes Laercio
~ IX. Heráclito (acmé
500 a. C.) ~
1. Heráclito de Éfeso fue hijo de
Blosón o, según algunos, de Heraconte. Tuvo su momento de plenitud en la
Olimpiada sesenta y nueve (1). Fue, más allá que cualquier otro, altanero y despectivo,
como se ve incluso por su propio libro, en el que dice: «La erudición no enseña
a tener entendimiento. Pues, en ese caso, se lo habría enseñado a Hesíodo y a
Pitágoras, y también a Jenófanes y a Hecateo» (2). Pues consiste en «una sola
cosa la sabiduría: conocer el designio que lo gobierna todo a través de todo» (3).
Y comentaba que Homero merecía ser expulsado de los certámenes y apaleado, y de
igual modo Arquíloco (4).
2. Decía también que «es preciso
extinguir la desmesura más que un incendio» (5), y que «debe el pueblo combatir
en defensa de la ley como en defensa de la muralla» (6). Recrimina además a los
efesios por haber desterrado a su camarada Hermodoro, cuando dice: «Sería justo
que todos los efesios adultos se ahorcaran y dejaran la ciudad a los impúberes,
ellos que expulsaron a un hombre más valioso que los demás, Hermodoro,
diciendo: ninguno ha de ser muy valioso entre nosotros. Si hay alguien así, a
otra parte y con otros váyase» (7). Al ser elegido para establecer leyes para
sus conciudadanos, rehusó por estar ya regida la ciudad por un régimen
depravado
3. Retirándose al templo de
Ártemis, jugaba a las tabas con los niños. Como le rodeaban en corro los
efesios les dijo: «¿De qué os sorprendéis, gente ruin? ¿Acaso no es mejor hacer
esto que gobernar la ciudad en vuestra compañía?». Y al final volviéndose
misántropo y apartándose a los montes, allí vivía, alimentándose de hierbas y
verduras. Sin embargo, por este modo de vida, enfermó de hidropesía y regresó a
la ciudad, donde comenzó a preguntar enigmáticamente a los médicos si podían
obtener sequedad a partir de un exceso de agua. Como ellos no le comprendieron,
se enterró en un establo de bueyes, con la esperanza de que bajo el calor
animal de las boñigas se evaporaría la humedad de su cuerpo. Pero sin conseguir
nada tampoco por este medio, murió tras vivir sesenta años.
4. Tengo sobre él unos versos que
dicen así:
~ Richard Strauss - Ein Heldenleben, por G. Prêtre y la Filarmónica de Viena ~
Muchas veces de Heráclito me
admiró cómo, tras apurar el sentido de la vida, con triste sino, así muriera. Pues
una penosa enfermedad inundó su cuerpo de agua, extinguió la luz de sus ojos y
le aportó la sombra (8).
Hermipo cuenta que él preguntó a
los médicos si alguno podría extraer la humedad vaciándole las tripas. Y como
ellos dijeron que no, se tendió al sol y ordenó a sus esclavos que le taparan
con un montón de estiércol. Así se quedó tumbado y murió al segundo día y fue
enterrado en el ágora. Neantes de Cícico, en cambio, cuenta que, no pudiendo
despegar de él las boñigas, quedó bajo ellas y, como no se le pudo reconocer a causa
de tal transformación, fue devorado por los perros.
5. Fue extraordinario desde su
infancia. Cuando era joven afirmaba no saber nada; pero al hacerse adulto, que
lo sabía todo. No fue discípulo de nadie; sino que dijo que se había buscado a
sí mismo y de sí mismo lo había aprendido todo (9). Soción cuenta que algunos
han afirmado que fue alumno de Jenófanes. Y Aristón en su Acerca de Heráclito dice que incluso se curó de la hidropesía, y
murió de otra enfermedad. Lo mismo refiere también Hipóboto. El libro que se le
atribuye es, según su contenido, un Acerca
de la naturaleza, y está dividido en tres tratados: uno sobre el universo,
otro político y otro teológico.
6. Lo depositó en el santuario de
Ártemis, según algunos, habiéndose cuidado de escribirlo en un estilo bastante
oscuro, para que sólo los capaces lo hallaran accesible y no fuera despreciado
fácilmente por el vulgo. A él alude también Timón, cuando dice:
Entre ellos, plañidero, denostador de la plebe, Heráclito, enigmático,
levantóse (10).
Teofrasto dice que, por su
melancolía, escribió unas cosas incompletas, y otras con varias
contradicciones. Como muestra de su magnanimidad cuenta Antístenes en sus Tradiciones que le cedió los derechos al
trono real a su hermano. Tan gran fama alcanzó su obra que de ella surgieron
sus seguidores, los denominados heraclíteos.
7. Sus opiniones de carácter
general son éstas: que a partir del fuego se conforman todas las cosas y que en
él se resuelven. Todo sucede según el destino y por la concurrencia de los
contrarios se ensamblan los seres. Y todo está lleno de espíritus y de
dáimones. Ha escrito también acerca de todos los fenómenos que coexisten en el
cosmos, y que el sol es del tamaño que se ve. También dice: «Yendo a los
límites del alma no podrás descubrirlos, por más que recorras todo camino; tan
profunda razón tiene» (11). De la opinión decía que era una «enfermedad
sagrada» (epilepsia), y de la vista que es engañosa (12). Algunas veces se
expresa en su escrito de modo brillante y claro, de forma que incluso el más
torpe lo comprende con facilidad y consigue elevar su espíritu. La concisión y
la densidad de su exposición son algo incomparables.
8. En cuanto a sus opiniones
particulares sobre los principios básicos, son del siguiente tenor: el fuego es
el elemento primordial y todas las cosas son un cambio del fuego, surgiendo por
rarefacción y condensación. Pero claramente no explica nada. Todas las cosas
surgen por oposición y fluyen en el conjunto a modo de un río, el todo es
limitado y constituye un único cosmos. Éste se origina en el fuego y de nuevo se
consume por el fuego alternadamente, según ciertos períodos fijados para toda
la eternidad. Esto acaece de acuerdo con una fatal necesidad. En los contrarios
lo que les lleva al nacimiento lo llama guerra y discordia, y lo que los conduce
a la conflagración, concordia y paz; y la transformación es un camino hacia arriba
y hacia abajo, y el cosmos existe conforme a este proceso.
9. Pues al condensarse el fuego
acaba por humedecerse y, al concentrarse, se vuelve agua; y al solidificarse el
agua se vuelve tierra. Y éste es el camino hacia abajo. De nuevo, en sentido
contrario, la tierra se desparrama, de ella nace el agua, y de ésta las demás
cosas, concluyendo más o menos todas en la evaporación del mar. Éste es el
camino hacia arriba. Se originan exhalaciones de la tierra y del mar, las unas,
brillantes y puras, las otras, tenebrosas. Se aumenta el fuego con las
brillantes, y lo húmedo con las otras. En cuanto a lo envolvente, no explica
cómo es. Sin embargo, existen en ese espacio unas artesas con la parte cóncava
dirigida hacia nosotros, en las que se congregan esas exhalaciones brillantes y
forman unas llamas, que son los astros.
10. La llama más brillante y más
cálida es la del sol. Los demás astros están más distantes de la tierra, y por
eso brillan menos y dan menos calor, mientras que la luna, que está más próxima
a la tierra, no se mueve a través de un espacio puro. El sol, en cambio, se
mueve en un espacio luminoso y límpido y mantiene con respecto a nosotros una
distancia proporcionada; por lo tanto calienta e ilumina más. El sol y la luna
se eclipsan cuando las artesas se dan la vuelta hacia arriba. Las fases mensuales
de la luna se originan en los giros parciales de la artesa sobre sí misma. El
día y la noche, los meses y las estaciones, las lluvias anuales y los vientos y
los fenómenos por el estilo se producen de acuerdo con las varias exhalaciones.
11. La brillante exhalación
inflamada en el círculo del sol produce el día, y cuando domina la exhalación
contraria se presenta la noche. Y el calor que se aumenta con lo brillante da
lugar al verano, y lo húmedo, fortalecido con lo tenebroso, produce el
invierno. Consecuentemente con éstas da explicaciones sobre las causas de otros
fenómenos. Pero nada expone sobre la tierra en cuanto a cómo es, ni tampoco
acerca de las artesas. En fin, éstas son sus opiniones. Lo de Sócrates y lo que
dijo al leer su libro, cuando se lo llevó Eurípides, según lo refiere Aristón,
lo hemos contado en la vida de Sócrates (13).
12. No obstante Seleuco el gramático
dice que un tal Crotón relata en su Buzo
que cierto Crates fue el primero que trajo a Grecia su libro; y que éste comentó
que necesitaba un buzo de Délos el que no quisiera ahogarse en él. Lo titulan
algunos Musas, otros Acerca de la Naturaleza, Diódoto Gobernalle preciso para regla de la vida
(14), otros Guía de conducta, Ordenación
única del movimiento universal. Cuentan que, cuando le preguntaron por qué
callaba, contestó: «Para que vosotros charléis». Incluso Darío deseó
comunicarse con él y le escribió de este modo:
13. El Rey Darío, hijo de Histaspes,
envía sus saludos a Heráclito, sabio ciudadano de Éfeso: «Has publicado un
tratado Acerca de la naturaleza
difícil de comprender y de explicar. Al interpretarlo en algunos pasajes de
acuerdo con tu estilo expositivo, se advierte que contiene una base teórica
para explicar el universo entero y los sucesos que acaecen en el mismo, que se
deben a un movimiento divino. Pero en la mayoría de temas me encuentro sin entenderlo
porque hasta los más enterados en literatura se desconciertan acerca de la
interpretación correcta de lo que tú has escrito. Por tanto el rey Darío, hijo
de Histaspes, quiere participar de tu enseñanza, y de la educación helénica.
Con que acude rápidamente a mi presencia y al palacio real. 14. Porque los griegos por lo general no saben
distinguir a los sabios y descuidan los buenos consejos de éstos para una enseñanza
y formación auténticas. Junto a mí tendrás todos los honores, y una
conversación cotidiana amable y atenta y una conducta noble de acuerdo con tus
preceptos».
Heráclito de Éfeso al rey Darío,
hijo de Histaspes, salud: «Todos los que viven sobre la tierra se apartan de la
verdad y de la justicia, y a causa de su miserable inconsciencia se aprestan a
la codicia y al deseo de fama. Pero yo, que no guardo memoria de cualquier villanía,
y que evito la propiedad excesiva de cualquier cosa, que va unida a la envidia,
por despreciar además el boato, no quiero acudir a la región de Persia,
contentándome con poco, conforme a mi sentir personal».
Así era el hombre incluso ante un
rey.
15. Demetrio cuenta en sus Homónimos que despreciaba a los
atenienses, aunque entre ellos tenía una elevadísima reputación, y aunque era
menospreciado por los efesios, prefería vivir en su patria. Lo menciona también
Demetrio de Falero en su Apología de
Sócrates. Son numerosísimos los comentadores de su obra. Entre ellos
figuran Antístenes y Heraclides del Ponto, Oleantes y Esfero el estoico, y
además Pausanías el llamado Heraclíteo, Nicomedes y Dionisio. Y entre los
gramáticos Diódoto, quien afirma que su obra no trata de la naturaleza, sino de
la constitución de la sociedad, y que las cuestiones sobre la naturaleza se
exponen a modo de ejemplo.
16. Jerónimo cuenta que Escitino
el poeta yámbico intentó poner el escrito de Heráclito en verso. Hay muchos epigramas
a él. Entre ellos el siguiente:
Yo soy Heráclito. ¿Por qué me
traéis arriba y abajo, indoctos?. No me esforcé por vosotros, sino por los que
me entienden. Un solo hombre vale por treinta mil para mí, e incontables equivalen
a nadie. Esto sostengo en alta voz incluso en el reino de Perséfone (15).
Y este otro por el estilo:
No enrolles presuroso sobre tu
ombligo el libro de Heráclito de Éfeso. En verdad es un sendero de muy arduo
acceso. Hay oscuridad y tiniebla sin luz. Pero si algún iniciado te introduce,
será más luminoso que el sol resplandeciente (16).
17. Hubo cinco Heráclitos. El primero, este mismo. El segundo,
un poeta lírico, del que se conserva un Encomio
de los doce dioses. El tercero, un poeta elegiaco de Halicarnaso, para el
que Calimaco compuso este epigrama:
Me contó uno, Heráclito, tu muerte, y me indujo al llanto;
recordé cuántas veces ambos vimos en nuestras charlas ponerse el sol. Ahora tú,
amigo de Halicarnaso, eres desde hace tiempo polvo. Pero viven tus ruiseñores,
sobre los que Hades, el que todo lo arrebata, no alargará la mano (17).
El cuarto, un lesbio, que escribió una historia de Mácedonia.
El quinto, un autor burlesco, que había trocado el arte de la citarodia por ese
género de literatura.
1. 504-501 a.C.
2. Frag. 22 B 40 Diels-Kranz.
3. Frag. 22 B 41 Diels-Kranz.
4. Frag. 22 B 42 Diels-Kranz.
5. Frag. 22 B 43 Diels-Kranz.
6. Frag. 22 B 44 Diels-Kranz
7. Frag. 22 B 121 Diels-Kranz.
8. Ant. Pal. Vil 127.
9. Frag. 22 B 101 Diels-Kranz.
10. Frag. 43 Diels.
11. Frag. 22 B45 Dieis-Kranz.
12. Frag. 22 B 46 Diels-Kranz.
13. 1122.
14. Frag. Adesp. 287 Nauck.
15. Ant. Pal, V II128.
16. Ant. Pal IX 540.
17. Ant. Pal. VII80; Epigramas, 2 Pfeiffer.
* Diógenes Laercio. Vida de los filósofos ilustres. Alianza Editorial. Madrid. 2007. Págs. 457-464.
3. Frag. 22 B 41 Diels-Kranz.
4. Frag. 22 B 42 Diels-Kranz.
5. Frag. 22 B 43 Diels-Kranz.
6. Frag. 22 B 44 Diels-Kranz
7. Frag. 22 B 121 Diels-Kranz.
8. Ant. Pal. Vil 127.
9. Frag. 22 B 101 Diels-Kranz.
10. Frag. 43 Diels.
11. Frag. 22 B45 Dieis-Kranz.
12. Frag. 22 B 46 Diels-Kranz.
13. 1122.
14. Frag. Adesp. 287 Nauck.
15. Ant. Pal, V II128.
16. Ant. Pal IX 540.
17. Ant. Pal. VII80; Epigramas, 2 Pfeiffer.
* Diógenes Laercio. Vida de los filósofos ilustres. Alianza Editorial. Madrid. 2007. Págs. 457-464.

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